Ya todos sabemos que "toda forma de poder debe ser cuestionada". Y con eso, qué hacemos?

sábado, 16 de enero de 2010

Éste es el Poder

Por Paolo Barnard

Traducido por Riccardo Micco y revisado por Caty R.

“Una colosal y ‘omnicomprensiva’ máquina dirige el sistema desde lejos. Muy a menudo borra decisiones democráticas, vacía la soberanía de los Estados y se sobrepone a los gobiernos elegidos” (Presidente Lula Da Silva en la Cumbre Mundial sobre el Hambre, 2004).


Aquí están los nombres del Poder, quiénes son, dónde están, qué hacen. Así los podréis reconocer y saber quién decide realmente en la actualidad cómo vivimos. Os podréis quitar ese aire de despiste que tenéis cuando alguien os pregunta: “Pero, ¿quién es exactamente el sistema?” y respondéis sin demasiada convicción: “las multinacionales, el imperio, los políticos…”. Después de haber contado cuándo y dónde nació el Poder (en ‘Así fue como morimos’) es hora de hablar de la actualidad. Pero antes hay que hacer una breve premisa.

Generaciones de ciudadanos se han criado con la convicción absoluta de que el poder estaba en los coches negros que salen de los ministerios y en los parlamentos nacionales. Desgraciadamente este hábito mental es tan profundo que hablar de algo distinto se ve con incredulidad y burla. Pero es cierto: lo que todo el mundo cree que es el Poder no es más que un puñado de títeres a los que el auténtico Poder deja que jueguen en un pequeño patio suministrándoles un poco de dinero, pero que tienen que cumplir las órdenes que les imparten. Dichas órdenes son las verdaderas decisiones importantes que dictan cómo tenemos que vivir todos. En resumen, la cuestión es la siguiente: luchar contra los equipos de segunda (los políticos que están en el parlamento, sus corrupciones y escándalos) es útil, nadie puede negarlo, pero no cambia los problemas capitales de nuestra vida (trabajo, salud pública, economía...), porque los orígenes de estos problemas no están en los parlamentos. O entendemos esto, o nos quedaremos bloqueados.

Está en el aire

En primer lugar hay que comprender que actualmente el Poder es sobre todo una idea económica. El Poder está en el aire, tenéis que imaginar que existe algo metafísico, esa idea, que nos envuelve y que dice: “Pocos elegidos deberán recibir el poder otorgado por muchos. Esos muchos estarán en los márgenes esperando confiados en que recibirán el bien desde arriba. Que los gobiernos se aparten y dejen que eso ocurra”.

Alguien la habrá reconocido: es la vieja teoría del Trickle Down Economics de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, o sea el neoliberalismo, la escuela de Chicago, el mercado libre. Esta idea económica gobierna todos los actos del Poder, y consecuentemente nuestras vidas, y está presente en cada actuación de los gobiernos, administraciones y empresas. Esta idea condiciona tu vida, está en los lugares donde vives, en tu trabajo y no es algo lejano. Su fuerza nos envuelve desde hace 35 años, exactamente como el aire que respiramos. A ver si me entendéis: la respiran sin parar los hombres y mujeres de Poder, desde que empiezan el colegio hasta la muerte, porque la encuentran en cualquier lugar que frecuentan, en los parlamentos, en los consejos de administración, en los bancos, en los debates y foros a los que acuden, donde se conocen y colaboran. Están subyugados por él, hipnotizados. En torno a esa ideología se han creado órganos muy poderosos cuya tarea es que la idea se vuelva realidad, nada más. Esos hombres y mujeres son la parte física del Poder.

El Club

El primer órgano del Poder es el Club, o sea, la agrupación de los poderosos en lugares exclusivos. ¿Quiénes son? Financieros, industriales, ministros, abogados, intelectuales, militares y políticos elegidos cuidadosamente. El Club nunca está en los lugares donde pensamos que está, en los parlamentos, las fiscalías, los ministerios o los negocios. Está formado por personas procedentes de esos lugares que sin embargo se reúnen siempre lejos de ellos y en privado. Esto quiere decir que cuando esas personas se sientan en las instituciones democráticas sólo ejecutan las decisiones que han tomado en el Club. El Club tiene nombres distintos dependiendo de donde se reúna. Toma el nombre de Comisión Trilateral si los miembros se reúnen en Washington, Tokio, Paris o Ginebra. La Trilateral nació en 1973 como un grupo de poderosos estadounidenses, europeos y japoneses; en dos años diseñó las reglas para la muerte de la izquierda y de la democracia participativa y dictó el predominio de la élite sobre las masas de ciudadanos a las que hay que reducir a consumidores apáticos. Tiene 390 miembros, entre los más conocidos están (y estaban) Henry Kissinger, Jimmy Carter, David Rockefeller, Zbigniev Brzezinski, Giovanni Agnelli, Arrigo Levi, Edmond de Rothschild, George Bush padre, Dick Cheney, Bill Clinton, Alan Greenspan, Peter Sutherland, Takeshi Watanabe, Ferdinando Salleo; académicos (Harvard, Corea University, Seúl, Universidad Nova de Lisboa, Bocconi, Princeton…); banqueros (Goldman Sachs, Banque Industrielle et Mobilière Privée, Japan, Development Bank, Mediocredito Centrale, Bank of Tokyo-Mitsubishi, Chase Manhattan Bank, Barclays…); embajadores, petroleros (Royal Dutch Shell, Exxon…), ministros, industriales (Solvay, Mitsubishi Corporation, Coca Cola, Texas Instruments, Hewlett-Packard, Caterpillar, Fiat, Dunlop…); fundaciones (Bill & Melinda Gates Foundation, The Brookings Institution, Carnegie Endowment…). Esta gente decide cada año sobre temas como “el sistema monetario”, “el gobierno global”, “cómo gobernar el comercio internacional”, “enfrentarse a Irán”, “energía, seguridad y cambio climático”, “fortalecimiento de las instituciones globales”. O sea, todo. Y basta con leer sus informes (públicos) para comprender que sus decisiones se hacen realidad en las políticas de cada país.

Cuando el Club necesita más intimidad se cita en lugares menos visibles que las grandes capitales y toma el nombre de Grupo Bilderberg, aunque éste sólo es el nombre que le dieron los medios de comunicación por el hotel holandés donde se reunieron por primera vez en 1954. Esta organización está compuesta por las mismas personas de arriba más otras que rotan, con una diferencia: a este grupo acceden políticos y monarcas actualmente en el poder, mientras que en la Trilateral son casi siempre ex políticos y ex monarcas. Desde luego hablamos siempre de la misma raíz, dado que la Trilateral nació de una costilla del Bilderberg. El Bilderberg es mucho más secreto que la Trilateral porque en sus orígenes trataba temas militares. De hecho, por este grupo pasan muchos generales de la OTAN. Esto le ha dado la peculiaridad de que en su interior los poderosos pueden, digamos, despojarse de sus disfraces y sentirse libres, expresar sin miedo lo que piensan o quisieran sin obligaciones. Aquí está el peligro de este grupo, porque los deseos más inconfesables del Poder no encuentran ningún freno institucional y de aquí viene la tradición de mantener en torno al Bilderberg un secretismo absoluto. No existen listas oficiales, aunque una lista de miembros (siempre desmentida) se puede encontrar en Wikipedia. Algo que no se puede desmentir es una relevante declaración del vizconde Etienne Davignon, presidente del grupo Bilderberg en 2005, que en una entrevista en la BBC dijo: “En los debates anuales sistemáticamente tenemos en nuestra mesa a los internacionalistas, o sea los que apoyan la OMC (Organización Mundial del Comercio), la cooperación transatlántica y la integración europea”. Mejor dicho: los teóricos del mercado libre con poder supranacional y los padres del Tratado de Lisboa, que es el golpe de Estado europeo que nos convertirá en ciudadanos gobernados por burócratas. Otra vez decisiones inapelables sobre el mercado del trabajo, pensiones, servicios sociales, impuestos… tomadas en Bruselas y en el BCE después de que se tomaran en el Bilderberg.

Para que tengáis una idea de cómo estos clubes y otros órganos son en realidad un único bloque que comparte los mismos personajes, tenemos el ejemplo de Peter Sutherland, un don nadie a nuestros ojos. Esta persona ha dirigido la petrolera British Petroleum, el banco Goldman Sachs, la universidad The London School of Economics (una de las canteras de ministros de Economía del mundo). También fue Alto Representante de la ONU para Inmigración y Desarrollo, Director de la OMC, miembro de la Comisión Europea (el gobierno de Europa) y ministro de Justicia de Irlanda. Por supuesto le encontramos en la Comisión Trilateral y en el grupo Bilderberg.

La Organización Mundial del Comercio

Se llama World Trade Organization en inglés, nació en 1994 y es más poderosa que cualquier Estado o parlamento. Agrupa a 153 países en una única sede en Ginebra, donde se deciden las reglas del comercio internacional. Hablamos, prácticamente, de toda la economía mundial, de la producción, de nuestros puestos de trabajo, de lo que compramos, lo que comemos, los fármacos que tomamos, lo que nos interesa directamente. Todas esas decisiones se toman allí, y lo mismo que las reglas que impone el Tratado de Lisboa, los convenios de la OMC son supranacionales, es decir, más poderosos que las reglas y leyes de cada Estado. Es imprescindible que dichas reglas tan fuertes se tomen de la manera más democrática posible. En la OMC, igual que en la Unión Europea, no lo son. Su organización está a favor de los países más ricos porque los países más pobres no tienen recursos económicos y humanos suficientes para controlar el inmenso trabajo de diseño de los convenios (27.000 páginas de legislación internacional muy complicada, 2.000 reuniones anuales) y de hecho no tienen voz sobre el proceso de legislación.

El timonel de todos los convenios es el denominado grupo QUAD, formado por EEUU, Japón, Canadá y Europa. Pero el conjunto de Europa está representado por la Comisión Europea que ningún ciudadano europeo ha elegido, y para ser más precisos, la realidad es que quien decide por 350 millones de personas es un puñado aún más pequeño de burócratas: el misterioso comité 133 de la Comisión: apuesto a que nadie que esté leyendo estas líneas conoce a sus miembros. En el Parlamento italiano se firman estos convenios sin ni siquiera leerlos.

Si un país se opone a las reglas de la OMC puede ser juzgado por un tribunal interno (Dispute Settlement Body) que posee poderes enormes. Aquí también sería imprescindible un control democrático de este tribunal, que está formado por ¡tres! personas elegidas con criterio oculto y cuyas decisiones son inapelables. Un fallo de este tribunal puede subvertir leyes a expensas de millones de ciudadanos, también en los países ricos: hace pocos años Europa fue condenada a indemnizar a EEUU con millones de euros por el rechazo a importar carne inflada de hormonas. Ni siquiera EEUU tiene poder sobre la OMC. Obama, después de la caída de los mercados financieros y bajo presiones de su ciudadanía, había decidido nuevos controles más restrictivos sobre los bancos y sus especulaciones. Una regla de la OMC lo ha parado: el “Convenio sobre Servicios Financieros” prohíbe al gobierno de EEUU controlar a los grandes bancos. Y, ¿sabéis quién, hace pocos años, llevó a debate este convenio? Timothy Geithner, el actual ministro de Economía de EEUU, que es también uno de los miembros del grupo Bilderberg.

Lo que sigue es un ejemplo del poder de la OMC:

Tiene el poder de sobreponerse a las políticas de salud pública de todos los países (Convenio Sanitario)

Priva a los ciudadanos del derecho a conocer en qué condiciones se producen los bienes comprados y obstaculiza la comprensión de las etiquetas en los productos, con consecuencias para los derechos de los trabajadores y el medio ambiente. (Convenio de Barreras Técnicas del Comercio)

Impone a los países los mismos niveles de competición para las empresas multinacionales y las empresas locales, perjudicando a estas últimas y en consecuencia la creación de riqueza y empleo en los países pobres. Estas políticas de favorecer el desarrollo de los países se considera una discriminación del mercado libre. (Convenio de Contratos Nacionales y otros…)

Las patentes de la mayoría de los fármacos, de vegetales usados para la producción de fármacos y de semillas agrícolas están en manos de pocas multinacionales que se permiten patentar formas de vida, y todo para 20 años. Todo esto está en la base de la falta de medicamentos en los países pobres. (Convenio TRIPS).

Promueve la privatización de todos los servicios públicos y sociales, salud, educación, agua, sin garantizar el derecho al acceso a estos servicios básicos a quienes no puedan pagarlos. (Convenio GATS, en fase de aprobación).

Os recuerdo que todos estos convenios están por encima de las leyes nacionales de cualquier país, desechando así las decisiones de los políticos locales en temas importantes.

Las ‘sugerencias’

¿Quién está detrás de los políticos que decretan las leyes económicas, hasta la ley de presupuestos? Los apuntadores. ¿Quiénes son? Los lobbies, a cuyos miembros reciben los políticos en privado y que ‘sugieren’ el contenido de las leyes, e incluso los programas de las campañas electorales. Las lobbies no son una invención fantástica. Son sociedades con nombres y apellidos, despachos, presupuestos enormes y que tienen como miembros a los mejores representantes del Poder.

En primera línea están los lobbies internacionales, luego los europeos y los nacionales. Hablando de los italianos, éstos no llegan nunca al poder de los lobbies en EEUU y Europa, pero se calcula que cuentan con más de mil personas y que el dinero gastado ascienda a más de 30 millones de euros anuales. Los gastos mayores son para los partidos más fuertes, pero sorprende que un pequeño partido de centro derecha como la UDC haya cobrado 2.200.000 euros en 2008, casi todos procedentes de la constructora Caltagirone. Os pido que reflexionéis sobre qué libertad puede tener el secretario de UDC a la hora de perfilar las leyes en los campos de la construcción y el urbanismo. Tampoco es un secreto que el controvertido puente del estrecho de Messina no es una idea de Berlusconi, sino del constructor Marcellino Gavio, primero en la lista de las empresas adjudicatarias de su construcción y también el primer patrocinador del partido de Berlusconi, con 650.000 euros anuales.

¿Qué se puede decir de los lobbies estadounidenses? En EEUU, desde hace mucho tiempo, los límites entre éstos y el poder político son muy difusos, realmente no se ve dónde terminan los primeros y dónde empieza el segundo. Habría mucho que contar, una historia muy larga que se puede resumir en algunos apuntes:

1. El lobby del petróleo y la administración de George W. Bush: dos guerras ilegales y sangrientas, 2 millones de muertos, crímenes de guerra, la comunidad internacional en peligro, el precio del petróleo por las nubes y las ganancias de las petroleras también. ¿Quién lo decidió? Los miembros de las multinacionales del petróleo, energía y armas: Dick Cheney, James Baker III, Kenneth Lay, Frank Carlucci, Robert Zoellick, Thomas White, George Schultz, Jack Sheehan, Don Evans, Paul O’Neil; todos al servicio de Shell, Mobil, Union Carbide, Huntsman, Amoco, Exxon, Alcoa, Conoco, Carlyle Group, Halliburton, Kellog Brown & Root, Bechtel y Enron. George W. Bush es el político más “untado” en la historia de EEUU: sólo de los lobbies citados recibió 1.700.000 dólares.

2. El lobby financiero y Barak Obama: en 2008 cayeron los bancos de EEUU después de defraudar a millones de ciudadanos y muchos bancos por todo el mundo, 7 millones de estadounidenses en el paro, la economía mundial al carajo. Obama decidió una hemorragia de dinero público para salvar a los bancos y reactivar la economía (5 billones de dólares y hasta 11 millones previstos) sin que ni uno de esos banqueros delincuentes acabase en una celda. Al contrario: el gobierno de EEUU ha convocado, para solucionar los desastres de la crisis, a los mismos que la crearon. En lugar de dejarlos quebrar y emplear el dinero público para ayudar a las familias pobres, Obama y su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, les han dado dinero para que compren las deudas de los bancos. Funciona así: esos delincuentes recibieron por parte del gobierno el 85% del dinero necesario para comprar esas deudas. Si las cosas van bien, o sea si volvieran a tener beneficios, las ganancias serán todas de ellos, si van mal, las perdidas serán mínimas porqué no tendrán que devolver ese 85% al país (non-recurse loans). Es el “socialismo al limón”: las pérdidas son de los contribuyentes y las ganancias de los inversores privados. No basta con eso: el presidente propuso, en el verano de 2009, una reglamentación de los mercados financieros que el Washington Post ha ridiculizado como “Sin ningún análisis de las causas de la crisis y sin ningún control sobre los hedge funds, los equity funds y las inversiones estructuradas”. Pregunta: ¿Cuánto dinero recibió Obama durante la campaña electoral de los lobbies financieros? Respuesta: 38 millones de dólares. Entonces, ¿quién manda? Luego están los 45 millones de estadounidenses sin seguro médico. Obama propone una falsa reforma de la salud pública para asegurar a los excluidos, de hecho esta reforma no tiene nada de pública y es un gran regalo a las aseguradoras. Pregunta: ¿Cuánto recibió Obama durante la campaña electoral del lobby de los seguros? Respuesta: 20 millones de dólares. Entonces, ¿quién manda?

Washington está invadida todos los días por entre 16.000 y 40.000 grupos de presión cuya percepción del poder es tan cristalina que uno de ellos, Robert L. Livingston, hizo famosa la frase: “Hay negocios sin límites para nosotros allí” pronunciada mirando el Congreso.

Uno de los poderes más importantes en EEUU, son los lobbies judíos. Aquí hay un debate entre quienes piensas que ellos gestionan realmente la política exterior de EEUU y los que lo niegan. Yo creo más en la primera opción, pero el sentido no cambia, de hecho nos encontramos con que condicionan mucho al gobierno más poderoso del mundo. Algunos ejemplos: en la primavera de 2002, justo mientras el ejército israelí invadía una vez más los Territorios Ocupados con las masacres de siempre, un grupo de estadounidenses que apoyaba a Israel organizó un debate en Washington y como representante de la administración de George W. Bush se envió al viceprimer ministro de Defensa Paul Wolfowitz, notable conservador ultraderechista y abiertamente a favor de la nación hebrea. El desaparecido Edward Said, catedrático de Inglés y Literatura Comparada de la Universidad de Columbia de Nueva York, y uno de los intelectuales estadounidenses más respetados del siglo XX, contó una anécdota de aquella reunión: “Wolfowitz hizo lo mismo que todos, alabó a Israel y le ofreció apoyo incondicional, pero inesperadamente citó algo sobre el “sufrimiento de los palestinos” y por esas pocas palabras se alzaron protestas tan feroces y por un tiempo tan largo que no pudo terminar y tuvo que abandonar la sala”. Estamos hablando de uno de los políticos más poderosos de la época, de quien muchos decían que estaba detrás de todas las actuaciones del Presidente de EEUU, pero bastaron tres palabras equivocadas para ser humillado públicamente por personas que, obviamente, se consideraban más poderosas que él. Los lobbies judíos tienen muchos nombres: AIPAC (American Israel Public Affairs Committee), ZOA (Zionist Organization of America), AFSI (Americans for a Safe Israel), CPMAJO (Conference of Presidents of Major American Jewish Organisations), INEP (Institute for Near East Policy), JDL (Jewish Defense League), B’nai Brith, ADL (Anti Defamation League), AJC (American Jewish Committee), Haddasah. Un frente que según el citado Edward Said “puede destruir una carrera política con sólo firmar un cheque”. En 1992 George Bush padre tuvo la osadía, a pocos meses de la campaña electoral, de amenazar a Tel Aviv con el bloqueo de 10 millones de dólares de ayuda si no paraba la construcción de nuevas colonias judías en los Territorios Ocupados. Mal hecho: las lobbies dieron la espalda a Bush y financiaron a Bill Clinton y los electores judíos, que ya en su mayoría votaban al Partido Demócrata, se desvanecieron y finalmente Bush perdió el 23% de los votos judíos.

Europa. La Comisión Europea en Bruselas es el verdadero centro de decisión del continente. En Bruselas recorren las calles de 15.000 a 20.000 grupos de presión que gastan un billón de euros anuales para hacer ‘sugerencias’ a los que hacen las leyes. Éstos son los nombres de los grupos principales: International Chamber of Commerce (ICC), Investment Network (IN), European Roundtable of Industrialists (ERT), Liberalization of Trade in Servicies (LOTIS), European Banking Federation, International Capital Market Association. El Investment Network se reunía directamente en el edificio de la Comisión Europea y el TABD recopilaba su lista de deseos, la entregaba a la Comisión y pretendía un informe escrito sobre los deseos que se habían cumplido. Las empresas representadas son miles: Fiat, Pirelli, Barilla, Canon, Kodak, Johnson & Johnson, Motorola, Ericsson e Nokia, Time Warner, Rank Xerox e Microsoft, Boeing, Dow Chemicals, Danone, Candy, Shell, Microsoft, Hewlett Packard, IBM, Carlsberg, Glaxo, Bayer, Hoffman La Roche, Pfizer, Merck, y bancos, aseguradoras, inversores… paramos aquí.

El riesgo es perder de vista el centro de la cuestión: el asedio al que los lobbies someten a los políticos. Es un verdadero delito contra la democracia. Hoy en día han derribado el principio de un país civilizado según el cual los representantes elegidos por el pueblo tienen que cumplir los intereses de quien los eligió y proteger a las minorías.

Think Tanks

Tanques de ideas, en su traducción, y son exactamente eso, fundaciones donde se encuentran los mejores cerebros para elaborar ideas. Su poder está en el asunto que abre este mismo artículo, o sea, las ideas de dominar la Historia y la política, y sobre todo la idea económica. Lewis Powell lo comprendió muy bien en 1971 cuando se dio paso al rescate de las élites en contra de la democracia participativa (ver ‘Así fue como morimos’). Powel escribió: “Hay una guerra ideológica contra el sistema de la empresa y los valores de Occidente”. La palabra “ideológica” es la clave de lectura y quiere decir que si las derechas económicas querían reconquistar el mundo y subyugar la política, tenían que armarse de ideas que lograsen socavar cualquier otro sistema de vida. Y de ahí nacieron los primeros Think Tanks como Heritage Foundation, Manhattan Institute, Cato Institute, o Accuracy in Academics. Su estrategia era sencilla: recolectar muchos fondos de gente muy adinerada, convocar a las mentes más brillantes de las universidades, adoctrinarlas y reenviarlas a la sociedad para envolverla con sus ideas. Para que tengáis una idea del impacto que han tenido estas fundaciones, cito algunos hechos. Sólo en el campo del libre mercado, la idea económica del Poder, hay 336 fundaciones por todo el mundo, hasta en África, India y China. Algunas tienen un nombre por el cual se entiende muy bien su programa: Minimal Government, The Boss, Philanthropy Roundtable. Una de las más famosas y agresivas es el Adam Smith Institute de Londres, que tiene el siguiente lema: “Ayer nuestras ideas estaban consideradas a un paso de la locura, hoy están a un paso de los parlamentos”. Esto demuestra que la política es el títere o, mejor dicho, la mano ejecutiva del Poder. Los más listos de vosotros seguramente habréis observado que a menudo encontramos a los ministros de Economía, los jefes de los bancos centrales y a veces a los propios jefes de Estado en cenas y debates de estas fundaciones (en Italia el gobernador del Banco de Italia, Draghi y el ex primer ministro Prodi). Parecen cenas y debates aburridos, en realidad banqueros y dirigentes allí dan cuenta de sus actos al Poder. En 1982, el Adam Smith Institute publicó el Omega Project, un informe que tenía como objetivo “proporcionar patrones detallados para cada gobierno basados en los principios del mercado libre, impuestos mínimos, reglas mínimas para los negocios y las empresas y gobiernos más marginales”. Todo esto está a un paso de los parlamentos en casi todo el mundo.

El Tribunal de los Inversores y Especuladores Internacionales

Era el 16 de septiembre de 1992, miércoles. Aquel día una sola persona decidió hundir a Gran Bretaña. Repito: no a Burkina Faso, sino a Gran Bretaña. Y lo hizo. George Soros, un especulador internacional, vendió en un momento unos 10 billones de libras, colapsando así la divisa inglesa que fue expulsada del entonces Sistema Monetario Europeo. Soros se benefició de 1 billón de dólares a expensas de millones de ingleses que lloraron durante meses.

En agosto de 1998, en el caluroso verano de Nueva York, otra persona hizo caer los mercados. John Meriwether, un inversor y especulador internacional, había jugado sucio durante años vendiendo a muchos bancos 4,6 billones de dólares de inversiones de alto riesgo. Su sociedad, Long-Term Capital Management, era conocida en Wall Street porque los miembros se presentaban como “Los patrones del Universo”. Meriwether perdió todo en un día y la Reserva Federal tuvo que acudir al rescate con el dinero de los contribuyentes.

El año pasado, en un despacho londinense de la aseguradora AIG, otra persona, otro inversor internacional, Joseph Cassano, llamó a la Casa Blanca y comunicó que estaba por mandar al carajo la economía de EEUU. Y lo hizo. Esta vez el fraude era de 500 billones de dólares, los bancos de todo el mundo estaban implicados. Pánico mundial, fin del crédito a familias y empresas y comienzo de la crisis económica más fuerte desde el año 1929. En definitiva, lagrimas amargas para las familias de Toronto como para las de Nápoles, en Cincinnati como en Lyon, en Sofía como en Madrid. Por no hablar de los países pobres…

Tres historias terribles y auténticas que demuestran el poder de los inversores y especuladores internacionales de los cuales casi nunca se habla. En la actualidad existe un puñado de individuos capaces de mover cantidades de dinero tan grandes como para colapsar en pocas horas la economía de un país del primer mundo, o sea de millones de trabajadores con sus familias y de empresas que cierran. Sus decisiones son inapelables. Hay que figurarse (si es posible hacerlo hablando de números tan enormes) que en las bolsas del mundo se mueven unos 525.000 billones de dólares sólo en productos financieros de alto riesgo. 525.000 billones… El PIB de EEUU es de 14.000 billones de dólares. ¿Entendéis? Países en la periferia del capitalismo como Italia y España dependen mucho de los inversores internacionales, que aportan hasta 40 billones de euros anuales, unos cuatro presupuestos del Estado. Pensad lo que podría ocurrir si desaparecieran de nuestra economía. En 2008 en Italia las inversiones extranjeras bajaron al 57% dando como resultado la pérdida de muchos miles de puestos de trabajo en 2009. El Estado se ha visto despojado de una cifra equivalente a un presupuesto completo. Esta tiranía del Poder tiene el nombre de Capital Flight y es interesante el candor que se usa en la Web Investors.com para describir esta práctica: “Capital Flight es el movimiento de dinero en busca de mayor beneficio… un flujo enorme de capitales que sale de un país, a veces tan enorme que influye en todo el sistema financiero de una nación…”. Lástima que por el medio haya millones de seres humanos. Otro ejemplo es Francia, otro Estado poderoso castigado con una fuga de 125 billones de dólares por una ley de reglamentación de mercados poco agradecida al business.

Conclusión

Los órganos del Poder no se limitan a éstos: están el World Economic Forum, el Codex Alimentarius, el FMI, los Bancos Centrales, las multinacionales farmacéuticas. Pero los citados arriba son los principales. Quiero dedicar algunas líneas a las mafias regionales, consideradas parte del Poder (y no puedo entrar aquí en el problema italiano). La lucha contra ellas es por supuesto una prioridad por la violencia que practican, pero el poder que tienen sobre la sociedad es poco comparado con lo descrito arriba. Sirva de ejemplo un servicio de la BBC. En la transmisión “Panorama” en 1994 un infiltrado en el crimen organizado se mostró dispuesto a guiar al periodista por el corazón de “la mafia más poderosa del mundo” en Londres. El coche en el que viajaban paró en la City de Londres, uno de los centros financieros del mundo. Señalando los rascacielos que albergan los negocios, el infiltrado simplemente dijo: “Están todos allí”. Se estima que el presupuesto de las mafias italianas es de alrededor de 80 billones de dólares, una tercera parte del presupuesto de una multinacional del fármaco como Pfizer.

Por fin, espero que entendáis que si tenemos consideración para la democracia y la justicia social, tenemos que organizarnos para desvelar el verdadero Poder y desmontar la inmensa maquinaria que ha montado. Tenemos que comprender que para destruir un monstruo de semejante tamaño la única esperanza es oponerse a él con una organización internacional de activistas y comunicadores excepcionalmente unida, compacta, financiada, disciplinada y concienciada en todos los territorios y lugares, trabajando día y noche durante años. No hay otra esperanza.

Referencias:

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Fuente

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